Hay autores que se refieren al Niño Interior como un resultado de todas las experiencias infantiles que dejaron huella en nuestra vida y moldearon nuestra personalidad, así como a nuestro cuerpo emocional.
Yo prefiero pensar en ese Niño como un conjunto de cualidades innatas e inherentes al ser humano tales como la inocencia, la bondad, el amor.Quiero creer que eso es lo que somos al nacer... y que seguimos siendo como adultos, aunque tristemente lo hayamos ocultado detrás de máscaras que hemos creado para defendernos o para construir una imagen más acorde a lo que nuestras nuevas sociedades "demandan".
Mantener vivo nuestro Niño Interior, sin embargo, no es imposible. Aceptarnos con las cualidades un niño, cultivar día a día y con plena conciencia el amor incondicional a los demás, mirar a nuestro alrededor con los ojos y con el corazón abiertos, perdonar y liberar el pasado, ser auténticos, entre otras cosas nos ayudará a recordar quienes somos en realidad.
Un sencillo ejercicio que se propone para reconectar con nuestro Niño Interior es el siguiente:
Busca una fotografía tuya de cuando tenías unos 2-3 años y retírate a un lugar en donde puedas trabajar con tranquilidad. Lleva un cuaderno y lápiz para tomar notas.
Haz un ejercicio breve de relajación y observa con atención la fotografía. ¿Qué miras? ¿Qué transmite el niño / niña que ves? Anota todo lo que veas. Mientras lo haces, trata de sentir lo que sentía el niño que ves. Se compasivo y empático. Abre tu corazón a estos sentimientos.
Una vez que hayas terminado. Agradece a tu niño / niña el que esté contigo, recordándote quién eres.
Cierra tus ojos por un momento y siente la conexión que se ha establecido.
Poco a poco regresa al momento presente.
Entradas
